En 1935 Lawrence de Arabia perdió el control de su motocicleta y salió despedido golpeándose en la cabeza. Permaneció en coma seis días y finalmente murió.
El neurocirujano que lo atendió, Hugh Cairos, pensó que probablemente se habría salvado de haber llevado algún tipo de protección en la cabeza y dio comienzo a un estudio con los motoristas del ejército inglés que concluyó con la recomendación del uso del casco como único método efectivo para evitar graves lesiones y disminuir el número de muertes en los accidentes de motociclistas.
En 1953 se patentó el diseño de los cascos que actualmente conocemos. Los modelos han evolucionado mucho con el paso del tiempo y hoy existe una gran variedad.
Miles de modelos diferentes para todos los gustos.
Pero, os estaréis peguntando por qué os cuento todo esto. Pues bien, se acerca el cumpleaños de Aurora y su familia quiere sorprenderla.
Aurora es una apasionada de las motos, actualmente trabaja como mecánico de competición, dedica toda la semana, en el taller, a poner las motos a punto para que el fin de semana estén a pleno rendimiento en las carreras.
Belén, madre de Aurora, nos propone una idea. Quiere que la tarta sea una reproducción del casco de su hija y que, a ser posible, la modelemos a ella, para colocarla encima de la tarta. La idea nos encanta.
Así que Belén nos manda fotos, muchas fotos, de Aurora y de su casco desde todos los puntos de vista.
Nosotros las estudiamos y nos ponemos a trabajar.
Después de cincuenta minutos de horneado, cuarenta minutos para emborrachar, rellenar y dar forma de casco al bizcocho...
y unas cuantas horas para modelar.
El resultado final fue este:
Bueno, en realidad, el final de esta historia llegó cuando ella recibió la tarta y pudieron disfrutarla.
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