Manuel cumple 32 años, es un apasionado de las motos. Su
familia quiere que le prepare una tarta y me piden que le modele en pasta de
azúcar, si puede ser equipado con su cazadora de motero
Hasta aquí todo bien, ya está listo.
Viernes, 6:30 de la mañana, estoy sentada en una de las
sillas de la cocina con un sueño que me muero.
Delante de mí, sobre la mesa, una taza de café muy cargado y un bizcocho
de vainilla relleno de ganache de chocolate y nueces al que no puedo hincar el
diente.
Al terminar de beberme el café, comienzo a tallar el
bizcocho. Cojo un cuchillo de filo con canto liso. Me concentro y sin miedo
recorto con tranquilidad el dulce que tengo delante dándole la forma del
diseño.
Al terminar de tallar lo cubro con ganache (crema de
chocolate) y lo guardo en la nevera hasta que la cubierta este dura.
¡Llego al proceso más creativo! Cubro el bizcocho tallado
con fondant blanco y disfrutando un montón voy añadiendo los pequeños detalles
con fondant de varios colores.
Este fue el resultado:
Lo que habría dado por ver la cara de Manuel cuando
recibió la tarta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario