miércoles, 4 de febrero de 2015

UNA TARTA PARA PETER PAN


Ha pasado mucho tiempo sin que pudiera acercarme por aquí, pero ya estoy de regreso y espero que a partir de ahora los post sean más frecuentes.  
Os voy a contar una de esas historias que comienzan con un encargo para que haga una tarta. Dice más o menos así:
“Este año ha sido muy duro para todos y en especial para José (mi marido), es por eso que necesito algo distinto, especial. Me gustaría que me hicieses una tarta. Te propongo una idea y me dices que te parece:
Se trataría de una especie de Peter Pan, José disfruta del día a día como un niño, con una rosa en la mano (porque nos conocimos un 7 de agosto hace doce años y desde entonces cada día 7 me regala una rosa). Tiene que acompañarle Campanilla que en este caso sería Beatriz (nuestra hija) y algunas herramientas ya que le encanta el bricolaje”.
   Esta era la consigna, acompañada de algunas fotos, así que me puse manos a la obra y este fue el resultado:







Días más tarde recibí el siguiente correo:
“Cuando nos trajisteis las tartas y os fuisteis, llame a los niños y les explique que íbamos a dar una sorpresa a José. Ellos eran las encargados de llevar las tartas (una de chocolate y la decorada). A Bea (nuestra hija) le expliqué que ella debía llevar la tarta especial. Le enseñé la tarta y le comenté lo que significaba cada cosa para nosotros. Se puso muy nerviosa y comenzó a llorar y a abrazarme y me costó mucho que respirará y se relajará lo suficiente como para llevar ella sólita la tarta.
Cerramos las persianas y los niños, con la tarta de chocolate, entraron cantando el cumpleaños feliz. José era un poema...Qué cara!  Se emocionó y miraba a los niños con expresión de Será para mí?
Luego le tocó el turno a Bea. Yo le dije a mi marido: falta otra cosa que sé que no va a necesitar explicaciones si lo sabes mirar bien.  Entró Bea con la tarta, se la dio y José dijo: Mi niña!  Y se abrazaron. Luego se levantó y me dio un beso mientras todos decían: Ohhhhhhhhh,qué bonito!  Y volvieron a decir: Que se besen!  Que se besen! 
 Luego pusimos la tarta a buen recaudo y repartimos la de chocolate.
Hubo quien repitió y tripitió.  Se acabó enseguida. Una pena! 
De repente José desapareció y al ir a buscarle lo encontramos mirando la tarta en plan abducido y medio las gracias de nuevo.
Y hasta aquí la crónica como ves el objetivo se ha cumplido otra vez y gracias a ti. Besooooosssssss”.

Pues ya veis, yo tan contenta de nuevo por haber podido llevar la emoción a otra familia a través de mis dulces.

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